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Adicción a bebidas energéticas: un problema emergente

Las bebidas energéticas se han convertido en un producto habitual en la vida diaria de muchas personas. Desde hace algunos años se comercializan libremente en muchos países y están ampliamente disponibles en cualquier establecimiento de alimentación. Los adolescentes y jóvenes son sus principales consumidores, seducidos por agresivas campañas publicitarias que prometen un impulso inmediato de energía, acompañado de una mayor resistencia física y una mejora en la capacidad de concentración. Sin embargo, ¿es realmente tan sencillo como parece? ¿Tiene algún costo esta energía instantánea? ¿Es posible desarrollar una adicción a las bebidas energéticas?

En este artículo, analizamos los riesgos asociados al consumo de bebidas energéticas, especialmente cuando se combinan con alcohol o se toman en exceso. Para las personas que no logran realizar un consumo moderado, proponemos estrategias prácticas para reducir su consumo de manera saludable y prevenir las consecuencias negativas.

¿Qué son las bebidas energéticas?

Desde la llegada de Red Bull a Estados Unidos en 1997, el mercado de las bebidas energéticas ha experimentado un crecimiento explosivo, con más de 200 marcas diferentes disponibles en la actualidad. Entre las más reconocidas en nuestro entorno se encuentran Burn, Monster, Eneryeti o Enerdrink. Las llamadas “bebidas energéticas” combinan ingredientes como dosis altas de cafeína, azúcar, glucoronolactona, taurina y vitaminas. Muchas veces también incluyen extractos de plantas como guaraná y ginseng, que refuerzan su efecto estimulante. En algunos casos, también se agregan minerales, inositol y carnitina. No debemos confundirlas con las bebidas deportivas isotónicas, que no contienen cafeína y están diseñadas para hidratar y reponer electrolitos y carbohidratos.

Su propósito principal es ofrecer un “subidón” inmediato. Buscan atraer a quienes pretenden mejorar su rendimiento físico o mental. Estas bebidas son populares entre quienes necesitan mantenerse despiertos pese al cansancio, ya sea para trabajar, estudiar o salir por la noche. Además, es bastante común mezclarlas con alcohol en un intento de contrarrestar los efectos sedantes de este último. La combinación de alcohol y bebidas energéticas conlleva riesgos importantes para la salud, como veremos más adelante.

Cuántas bebidas energéticas se consumen

Consumo de bebidas energéticas en adolescentes

El consumo de bebidas energéticas ha alcanzado cifras alarmantes, especialmente entre jóvenes y adolescentes. Según datos recientes del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (Ministerio de Sanidad, 2023), casi la mitad de los jóvenes de entre 14 y 18 años ha consumido al menos una bebida energética en el último mes.

Desde 2014 que el Observatorio registra el consumo de bebidas energéticas en adolescentes se ha podido observar una mayor prevalencia en varones que en mujeres. Sin embargo, el consumo de estas bebidas en mujeres ha crecido más que en los hombres. Lo que apunta a una popularización más amplia del consumo de estas bebidas.

Un estudio realizado en Estados Unidos en 2021 observó que el consumo de bebidas energéticas fue mayor en adolescentes cuyos padres consumían también estas bebidas.

Mezcla de bebidas energéticas con alcohol en adolescentes

Otro dato muy preocupante del consumo de bebidas energéticas entre los jóvenes es su consumo mezclado con alcohol. Uno de cada cinco adolescentes ha consumido en el último mes al menos una bebida energética mezclada con alcohol. En este caso la prevalencia de mujeres (18%) y hombres (21%) es muy similar, siendo incluso mayor en mujeres de entre 14 y 15 años.

Consumo de bebidas energéticas en adultos

El consumo de las bebidas estimulantes no se limita a la adolescencia, aunque sí es cierto que el porcentaje de personas que las consumen disminuye drásticamente con la edad. Si decíamos que un 48 % de los adolescentes han consumido al menos una bebida energética en el último mes, en los jóvenes de 25 a 34 años se reduce a un 22%, en los adultos de 35 a 44 años a un 11%, y así progresivamente. Estos datos reflejan una menor popularidad de las bebidas energéticas a medida que las personas envejecen. En cualquier caso, en todas las edades el consumo es mayor en hombres que mujeres.

Otro dato preocupante es que uno de cada cuatro adultos que consumen bebidas energéticas las mezcla con alcohol. Este hábito, más común entre los hombres, incrementa los riesgos asociados, ya que combina los efectos estimulantes de las bebidas energéticas con los depresores del alcohol, creando una falsa sensación de sobriedad.

¿Por qué son tan populares?

El marketing de las bebidas energéticas es la clave de su popularidad. Se comercializan como potenciadores de la atención, el rendimiento físico y la energía en general. Las grandes marcas patrocinan multitud de eventos deportivos y promocionan estos productos como ideales para personas con un estilo de vida activo y dinámico. Pretenden fomentar el consumo de bebidas energéticas entre deportistas.

Muchos jóvenes y adolescentes, que quieren destacar en algunos deportes o en eventos sociales, se sienten identificados con esta imagen. Sin embargo, esta percepción ignora los riesgos asociados al consumo de bebidas azucaradas y que combinan múltiples sustancias estimulantes. No debemos pasar por alto que la mitad de los adolescentes que consumen estas bebidas las combinan con alcohol.

Adicción a las bebidas energéticas

Formalmente no existe un diagnóstico de adicción a las bebidas energéticas ni de adicción a la cafeína. Si bien no existe el diagnóstico oficial, el DSM-5 sí menciona en varios apartados la posibilidad de que una persona realice un consumo problemático de cafeína y que abuse de la mezcla de bebidas energéticas y alcohol. Además, también reconoce la existencia de la intoxicación por cafeína, el trastorno de ansiedad inducido por cafeína y el trastorno de sueño inducido por cafeína.

Podemos extraer como conclusión que aunque las bebidas energéticas no suelen considerarse sustancias altamente adictivas, el impacto de su consumo habitual en la salud mental no debe subestimarse. La intoxicación por cafeína es posible cuando se consumen dosis elevadas (por encima de 250mg o el equivalente a 2-3 bebidas energéticas), provocando inquietud, nerviosismo, excitación, insomnio, taquicardia y molestias gastrointestinales. Cuando este consumo elevado es habitual, es posible desarrollar un trastorno de ansiedad o un trastorno del sueño. También puede aparecer problemas físicos, como veremos a continuación.

Desde una perspectiva psiquiátrica, la dependencia a las bebidas energéticas puede ser un reflejo de otros problemas subyacentes, como la falta de sueño, el estrés crónico, el TDAH o las demandas excesivas en el entorno laboral o académico. Por este motivo, es fundamental que los consumidores habituales tomen conciencia de la posibilidad de que exista un motivo psiquiátrico a la necesidad de ingerir bebidas estimulantes.

Bebidas energéticas y Salud Mental

El consumo de bebidas energéticas, especialmente cuando es frecuente y a dosis elevada, tiene un impacto significativo en la salud mental. El consumo excesivo de estas bebidas puede desencadenar síntomas de ansiedad, inquietud, insomnio, cambios en el estado de ánimo, alteraciones del comportamiento y riesgo de abuso de otras sustancias como el alcohol.

Por otro lado, en algunos casos, el consumo continuado de bebidas energéticas puede estar relacionado con la presencia de un trastorno mental no diagnosticado o no tratado. Por ejemplo, un trastorno del sueño, como el insomnio, puede generar fatiga y somnolencia durante el día, lo que lleva a algunas personas a recurrir a estas bebidas como una forma de compensación. Del mismo modo, una persona con TDAH no tratado podría buscar en la cafeína una forma de autotratamiento para mejorar temporalmente su concentración o reducir la sensación de inquietud.

Por último, las bebidas energéticas suelen combinarse con alcohol induciendo un mayor consumo de alcohol, como veremos a continuación.

Relación entre bebidas energéticas e insomnio

La cafeína actúa en el cerebro antagonizando los receptores de adenosina en el cerebro, lo que reduce la sensación de somnolencia y promueve la vigilia. Este efecto suele durar varias horas en el organismo. Por tanto, el consumo de cafeína, especialmente en horas cercanas al descanso nocturno, puede retrasar el inicio del sueño y disminuir su calidad. En las mujeres embarazadas o en las que toman anticonceptivos orales, el efecto de la cafeína puede ser más prolongado en el tiempo debido a cambios en el metabolismo hepático. Por el contrario, en fumadores el efecto es más corto, dado que el humo del tabaco induce las enzimas hepáticas que metabolizan la cafeína más rápido.

En concreto, la ingesta de bebidas energéticas se ha asociado con patrones de sueño irregulares y una reducción en la duración total del sueño. Esta asociación es más evidente cuanto mayor sea la cantidad de bebidas ingeridas en el día.

El insomnio provocado por las bebidas energéticas puede llevar a un círculo vicioso: la falta de descanso aumenta la sensación de fatiga y la necesidad de su consumo.

Relación entre bebidas energéticas y ansiedad

El consumo excesivo de bebidas energéticas puede inducir síntomas de ansiedad, como inquietud, nerviosismo y palpitaciones. La alta ingesta de cafeína, común entre los consumidores habituales de bebidas energéticas, está relacionada con un aumento en los niveles de ansiedad y, en casos extremos, podría desencadenar crisis de ansiedad. Además, la combinación de cafeína con otros estimulantes presentes en estas bebidas puede potenciar estos efectos adversos.

La población joven es especialmente vulnerable a los efectos negativos de las bebidas energéticas. Un estudio reveló que el consumo frecuente de estas bebidas en adolescentes y adultos jóvenes se asocia con un aumento en los niveles de ansiedad, depresión y agresividad.

TDAH y bebidas energéticas

El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a un 5-7 % de la población infantojuvenil y se caracteriza por la presencia de síntomas de inatención, impulsividad, hiperactividad e inestabilidad emocional. El tratamiento para el TDAH es la psicoterapia y los medicamentos estimulantes, como el metilfenidato.

Las personas con TDAH, tanto niños, adolescentes como adultos, que no reciben tratamiento específico suelen presentar problemas de adaptación a distintos entornos, especialmente en el académico y laboral. Es bastante frecuente que estos pacientes recurran a las bebidas energéticas para mantenerse alerta y compensar su inatención. La cafeína es un estimulante que puede hacer que te sientas más despierto, alerta y más productivo. Por tanto, el consumo de altas dosis de cafeína puede entenderse como un intento de automedicación. Sin embargo, no se ha podido comprobar que los adolescentes diagnosticados de TDAH consuman más bebidas energéticas que sus compañeros de colegio. La cafeína no ha demostrado ser eficaz en el tratamiento del TDAH ni debería sustituir en ningún caso al tratamiento convencional.

No es infrecuente que algunas personas con TDAH refieran un efecto paradójico con la cafeína y afirmen que la cafeína les calma.

Riesgos de mezclar bebidas energéticas con alcohol

La combinación de bebidas energéticas con alcohol es un hábito cada vez más común en distintos contextos sociales, tanto entre adolescentes como en adultos. Hemos hablado anteriormente de que uno de cada cinco adolescentes ha mezclado bebidas energéticas con alcohol en el último mes.

Esta mezcla no es inofensiva, como pueda parecer dado lo extendida que está. Resulta especialmente peligrosa porque el efecto estimulante de la cafeína enmascara los efectos depresores del alcohol. Esto lleva a consumir mayores cantidades de alcohol, aumentando el riesgo de intoxicación, accidentes y conductas impulsivas.

Las personas que combinan las bebidas energizantes con el alcohol tiene tres veces más probabilidades de seguir bebiendo. Esto es debido a que los altos niveles de cafeína y otros estimulantes que contienen las bebidas energéticas contrarrestan la sensación de sedación producida por el alcohol. El resultado es una falsa sensación de sobriedad que lleva habitualmente a un mayor consumo de alcohol. El individuo no es tan consciente de su estado de embriaguez lo que le puede conducir a tomar decisiones arriesgadas y a tener comportamientos peligrosos.

Mezclar alcohol con bebidas energéticas puede llevar a comportamientos de riego, como: conducción bajo los efectos del alcohol, verse involucrado en peleas, caídas o accidentes y mantener relaciones sexuales de riesgo o no protegidas. También puede conllevar un riesgo cardiovascular, ya que el alcohol y los estimulantes de las bebidas energéticas, como la cafeína y la taurina, pueden tener efectos contrapuestos en el sistema cardiovascular. Esta asociación puede incrementar la frecuencia cardiaca, la presión arterial, producir palpitaciones y, en consumidores frecuentes, podría haber un mayor riesgo de arritmias cardiacas.

Consecuencias psicosociales de consumir bebidas energéticas

Entre los adolescentes, el consumo de bebidas energéticas no solo afecta la salud física, sino también su rendimiento escolar. Los estudiantes que las consumen tienden a obtener peores calificaciones, faltar más a clase y repetir cursos con mayor frecuencia. Además, estos jóvenes suelen salir más por las noches y disponer de mayores cantidades de dinero para ocio, lo que puede influir en su comportamiento de consumo. Estas comportamientos y consecuencias académicas son más acusados en aquellos estudiantes que consumen las bebidas energéticas mezcladas con alcohol.

Las consecuencias del consumo de bebidas energéticas no se limita solo al rendimiento académico y a las salidas nocturnas. Se ha observado que los jóvenes que consumen bebidas energéticas tienen mayor riesgo de consumir drogas ilegales. Este riesgo de consumo de sustancias es todavía mayor para aquellos estudiantes que mezclan la bebida energética con alcohol. Para hacernos una idea, el riesgo consumo de cocaína y éxtasis se multiplica por 4, mientras que el de cannabis por 2,5.

Impacto en la salud física

Hemos hablado de la asociación bidireccional entre el consumo de bebidas energéticas y la salud mental. Ahora vamos a ver el riesgo de las bebidas energéticas en la salud física, especialmente cuando se consume a dosis altas y con frecuencia.

Cafeína, bebidas energéticas y arritmias cardiacas

El consumo de cafeína se ha asociado clásicamente con un posible riesgo de arritmias cardíacas. Sin embargo, tras décadas de investigación, esta relación sigue siendo controvertida. Aunque dosis extremadamente altas de cafeína (alrededor de 10 g) podrían ser letales, la cantidad presente en una taza de café (aproximadamente 100 mg) o de té (unos 55 mg) no debería causar arritmias en un corazón sano. Además, el café ofrece beneficios en la salud gracias a sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, y su consumo se ha relacionado con una menor incidencia de diabetes, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y una reducción de la mortalidad general.

Por el contrario, las bebidas energéticas no contienen los compuestos beneficiosos del café y combinan distintas sustancias estimulantes entre sí. La cantidad de cafeína que contiene una lata de refresco energético es generalmente mayor que la cafeína en una taza de café. En algunos casos, estas bebidas contienen también guaraná, cuyas semillas contienen más cafeína que los granos de café. Además, el guaraná contiene otras sustancias estimulantes de la familia de la cafeína, denominadas xantinas, como la teobromina y la teofilina. Estas tres xantinas trabajan en conjunto para proporcionar los efectos energizantes y estimulantes del guaraná. El resultado es que estas xantinas (incluida la cafeína) que aporta el guaraná a la bebida, no suelen incluirse en la etiqueta del producto.

A pesar de que la ingesta en una cantidad razonable de café o de té parece cardiológicamente inofensiva, la Sociedad Española de Cardiología alerta sobre un creciente número de casos de arritmias cardiacas en adultos jóvenes que se han asociado al consumo de bebidas energéticas. Se han descrito casos de taquicardia supraventricular, fibrilación auricular, taquicardia ventricular y fibrilación ventricular. En todos estos casos es difícil establecer una relación causal ya que algunos de estos pacientes combinaron la bebida energética con otra sustancia y, en otros casos, tenían alguna enfermedad cardiaca preexistente.

¿Cuántas bebidas energéticas se pueden tomar al día?

La Sociedad Española de Cardiología desaconseja el consumo de bebidas energéticas a pacientes con enfermedades cardiacas (como enfermedad coronaria o cardiopatías hereditarias). En personas sanas, recomiendan limitar el consumo de bebidas energéticas a un máximo de una bebida diaria. También desaconsejan combinarlas con alcohol por el sinergismo potencial de producir arritmias.

Sobrepeso y obesidad

El consumo de bebidas energéticas se ha asociado con un riesgo elevado de obesidad y sobrepeso, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes. Esto se debe a la combinación de factores como el alto contenido calórico de estas bebidas, el impacto metabólico de sus ingredientes y a un estilo de vida menos saludable.

Las bebidas energéticas, al igual que los refrescos, suelen contener altos niveles de azúcares, que son una fuente significativa de calorías vacías. Una lata de 250 ml de una bebida energética típica puede contener entre 80 y 120 calorías, derivadas principalmente de azúcar. Muchas personas consumen más de una lata al día, lo que puede llevar a un exceso calórico acumulativo, fomentando el aumento de peso.

El azúcar presente en las bebidas energéticas se absorbe con rapidez, provocando picos de glucosa en sangre que favorecen la resistencia a la insulina. La resistencia a la insulina está relacionado con el desarrollo de obesidad y diabetes tipo 2. Además, los picos de glucosa provocan picos de insulina que llevan a una mayor ingesta de alimentos.

Al contrario de lo que se piensa, muchos jóvenes consumidores de bebidas energéticas mantienen un estilo de vida sedentario, con baja actividad física y una dieta poco equilibrada. El consumo de estas bebidas no promueve el ejercicio físico ni un estilo de vida saludable.

Podemos concluir que el consumo regular de bebidas azucaradas, incluidas las bebidas energéticas, se asocia con un mayor riesgo de obesidad y sobrepeso en adultos y niños. Por este motivo, se han popularizados las bebidas energéticas sin azúcar.

Pérdida de masa ósea y osteoporosis

El consumo de bebidas energéticas también puede tener efectos negativos sobre la salud ósea. A largo plazo puede aumentar el riesgo de pérdida de masa ósea y osteoporosis. Estos riesgos se deben principalmente al alto contenido de cafeína, a la presencia de niveles elevados de ácido fosfórico en algunas formulaciones y al sedentarismo asociado al consumo frecuente de estas bebidas.

La cafeína, uno de los principales ingredientes de las bebidas energéticas, tiene un efecto directo en la densidad ósea. La mineralización ósea depende de la cantidad de calcio presente en el organismo. La cafeína tiene un doble efecto sobre este mineral: reduce la capacidad del organismo para absorber el calcio de los alimentos e incrementa la eliminación de calcio a través de la orina.

Un consumo excesivo de cafeína (más de 300 mg/día) se asocia con una reducción significativa de la densidad mineral ósea, especialmente en mujeres posmenopáusicas.

Algunos refrescos carbonatados y bebidas energéticas contienen ácido fosfórico, un aditivo utilizado para mejorar el sabor. Un exceso de fósforo en la dieta puede alterar el balance de calcio, provocando una descalcificación ósea con una salida del calcio desde los huesos hacia la sangre para mantener unos niveles adecuados. La consecuencia a la larga es la pérdida de masa ósea y el aumento de la osteoporosis, especialmente en mujeres.

El pH ácido de muchas bebidas energéticas puede contribuir también a la desmineralización ósea, ya que el organismo utiliza el calcio de los huesos para neutralizar el exceso de acidez.

La adolescencia es una etapa crítica para el desarrollo óseo. La masa ósea máxima debe alcanzarse entre los 20 y los 30 años. Los adolescentes y adultos jóvenes que consumen bebidas energéticas regularmente podrían ver comprometido el proceso normal de mineralización ósea y tener secuelas de por vida.

Náuseas y vómitos

El consumo de bebidas energéticas puede provocar náuseas y vómitos en algunas personas, especialmente cuando se consumen en exceso o en combinación con alcohol. Estos efectos adversos están relacionados con sus ingredientes principales, como la cafeína, los azúcares y otros compuestos estimulantes.

El consumo excesivo de cafeína puede tener efectos negativos en el sistema digestivo. La cafeína estimula la producción de los ácidos gástricos, lo que puede provocar molestias estomacales, náuseas e incluso vómitos en personas sensibles o cuando se consume en grandes cantidades. En caso de sobredosis de cafeína (más de 400mg al día en adultos), es habitual que aparezcan náuseas, vómitos, temblores y ritmo cardiaco acelerado.

Las bebidas energéticas contienen, como los refrescos, una gran cantidad de azúcar, lo que también puede provocar distensión abdominal o náuseas.

El consumo conjunto con alcohol u otras sustancias adictivas puede agravar y aumentar el riesgo de aparición de síntomas como náuseas y vómitos.

Tratamiento de la adicción a las bebidas energéticas

El consumo de bebidas energéticas está muy extendido y es habitual en jóvenes. No podemos considerar que todos ellos tengan una adicción, ya que muchos las consumirán por decisión personal o influidos por la tendencia social actual. Sin embargo, es cierto que algunos jóvenes y adultos tienen dificultades para hacer un consumo responsable y moderado. En estos casos puede ser conveniente evaluar si el consumo es consecuencia de un problema de salud mental subyacente, como una calidad o cantidad de sueño insuficiente, una depresión mayor o un TDAH. También es importante considerar la relación inversa: el consumo excesivo y continuado puede conducir a un trastorno de ansiedad, insomnio o al consumo de otras sustancias (alcohol y otras drogas).

Cómo reducir el consumo

El consumo de bebidas energéticas puede resultar perjudicial. Por este motivo, se recomienda realizar un consumo responsable, limitando el número de bebidas y evitando mezclarlas con alcohol.

Para minimizar el consumo y tratar la adicción a las bebidas energéticas recomendamos:

  1. Fomenta hábitos saludables: Leer, practicar deportes o tocar un instrumento musical son actividades asociadas con menores niveles de consumo, según la encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES) del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones del Ministerio de Sanidad.

  2. Evita su uso como sustituto del sueño: El cansancio debe tratarse con descanso adecuado, no con cafeína o bebidas estimulantes. Descansa lo suficiente para no tener que recurrir a la cafeína.

  3. Registra la cantidad de bebidas con cafeína que ingieres cada día: De esta manera podrás tomar conciencia de cuánta cafeína ingieres.

  4. Reduce gradualmente el consumo de cafeína: Prueba a tomar bebidas sin cafeína, infusiones o agua.

  5. El mejor estimulante son el descanso y el deporte: Recuerda que la mejor manera de mantenerte activo es descansando bien por la noche, haciendo deporte por el día y alimentándote saludablemente. Acude al médico si te sientes cansado o débil.

Si estas estrategias no son suficientes para limitar el consumo de bebidas energéticas, te recomiendo que busques ayuda en un especialista de la salud mental que pueda evaluar tu situación y ayudarte en el proceso.