Existen múltiples causas por las que una persona puede desarrollar un TDAH. Se ha propuesto diversos factores: dietas ricas en azúcares, heredabilidad genética, neurobiología, estilo de vida de la madre durante el embarazo y bajo peso al nacer. De entre todas las causas, destaca la elevada heredabilidad estimada en un 75 %.

Con respecto a los tipos de TDAH, se han clasificado en tres grupos: predominantemente inatento, predominantemente hiperactivo e impulsivo y combinado. El combinado es el más grave de los tres tipos.

 

Tipos de TDAH

El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad es un trastorno del neurodesarollo que se diagnostica por psiquiatras o psicólogos clínicos. En el proceso diagnóstico es muy importante contar también con un neuropsicólogo. Dentro del TDAH se distinguen tres subtipos distintos, en función de la predominancia de un síntoma sobre otro (déficit de atención vs. hiperactividad). De tal manera que tenemos:

 
  • TDAH con presentación predominante con falta de atención

    Es el tipo menos frecuente (aproximadamente un 10 % de los casos de TDAH diagnosticados) pero el más difícil de diagnosticar porque el componente hiperactivo es siempre más llamativo que el inatento. Las mujeres con TDAH tienen tendencia a presentar este subtipo.

  • TDAH con presentación predominante con hiperactividad e impulsividad

    Este tipo corresponde aproximadamente al 30 % de los casos de TDAH diagnosticados. Su asociación a los trastornos de conducta hace que sea el tipo que más pronto llega a las consultas. Este tipo de TDAH es bastante más frecuente en los hombres (relación 4:1).

  • TDAH con presentación presentación combinada

    Es el tipo más frecuente, se da en casi el 60 % de las personas con TDAH. Es el tipo que más se relaciona con la comorbilidad con otros trastornos mentales como ansiedad y consumo de sustancias.

 

Causas del TDAH

El TDAH tiene una manifestación clínica heterogénea, lo cual nos hace pensar en que van a existir múltiples causas por los que una persona pueda desarrollar un TDAH. Factores genéticos, neurobiológicos y psicosociales van a contribuir en la etiología de este complejo trastorno.

 

Genética del TDAH

 

La genética tiene un rol muy importante en el origen del TDAH. La heredabilidad del TDAH es muy elevada y se ha estimado en un 75 %. La mayoría de los genes vinculados con el TDAH intervienen en la neurotransmisión de la Dopamina, en segundo lugar intervendrían genes que regulan la neurotransmisión de la Noradrenalina y la Serotonina. Esta elevada heredabilidad es la causa de que veamos más de un familiar afectado por el mismo trastorno.

La heredabilidad del TDAH es altísima, del 75 %.
 
El TDAH tiene una heredabilidad del 75%, altísima.
 

Factores neurobiológicos

Los niños y adultos con TDAH presentan anomalías estructurales y funcionales en el cerebro. Las regiones cerebrales afectadas están relacionadas con la función ejecutiva, las emociones y el control de la conducta motora. Las estructuras más afectadas son: corteza prefrontal y parietal, cíngulo anterior, ganglios basales y estructuras límbicas. El patrón de actividad de los neurotransmisores Dopamina y Noradrenalina es anómalo en estas regiones cerebrales.

 

Factores psicosociales

 
El riesgo de TDAH aumenta en los hijos de madres que fumaron durante el embarazo.

Ya antes del nacimiento puede haber factores que influyan en el desarrollo del TDAH, como es el estilo de vida de la madre durante el embarazo (especialmente si consume tabaco o alcohol). También influyen variables en el momento de nacer, como son el bajo peso o complicaciones durante el parto. El bajo peso al nacer inferior a 1500 gramos multiplica por dos o tres el riesgo de desarrollar TDAH, aun así muy pocos niños con bajo peso desarrollan TDAH. Es posible que situaciones desfavorables durante el desarrollo infantil, como son la malnutrición o ambientes de pobreza y exclusión social puedan ser causa de TDAH. La exposición a sustancias neurotóxicas, como el plomo, o algunas infecciones cerebrales como la encefalitis puedan provocar esta enfermedad. Una minoría de casos podría ser causados por una dieta rica en azúcares y productos refinados durante la infancia.

Por último, aunque los patrones de interacción familiar en la infancia no son causa de TDAH, sí se ha visto con más frecuencia en las familias con niños con TDAH estilos de disciplina parental más impositivo, controlador y crítico. Lo cual podría influir en el curso del TDAH o contribuir al desarrollo secundario de problemas de conducta. 

 
El bajo peso al nacer, el consumo de tabaco de la madre durante el embarazo, la malnutrición infantil y la exposición a tóxicos son los principales factores de riesgo ambientales.
 

Neurobiología del TDAH

Como ya hemos estado viendo, el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad se presenta con tres síntomas fundamentales: hiperactividad, impulsividad y déficit de atención. Esta triada sintomática se debe a la afectación de la zona más anterior de los lóbulos frontales (los que están en la frente), concretamente lo que llamamos córtex o corteza prefrontal.

La corteza prefrontal es necesaria para permanecer despierto y alerta, también para resolver problemas y poder ser creativo. Las redes neuronales implicadas en este proceso tienen que coordinarse y funcionar a la perfección para poder tener una función cognitiva normal. Sin embargo, en el TDAH los mecanismos que regulan el grado de activación están desafinados y la disfunción cognitiva puede aparecer tanto por una activación deficiente (hipoestimulación) como por una activación excesiva (sobrestimulación). En el caso de la hipoestimulación va a aparecer un déficit de atención que se debe a una baja estimulación tónica de las neuronas de Dopamina y Noradrenalina, y por tanto, puede mejorar con los tratamientos estimulantes. Mientras que, en situaciones de sobrestimulación, la persona se va a sentir nerviosa, inquieta, insomne e hipervigilante. Si este exceso de estimulación se mantiene en el tiempo puede dar lugar a estrés crónico, ansiedad, impulsividad, empeoramiento de la atención y potencial abuso de alcohol y otras drogas. En este último caso, tanto los medicamentos estimulantes como los no estimulantes pueden normalizar el estado de activación de la corteza prefrontal, aunque habría que tratar simultáneamente los otros trastornos concurrentes.

Los neurotransmisores implicados en el TDAH son Dopamina y Noradrenalina, quizás más importante el primero. La Dopamina se activa en el núcleo accumbens ante estímulos placenteros y positivos, produciendo energía y motivación además de una vivencia placentera. Esta liberación de Dopamina ante determinados estímulos hace que persistamos en la actividad que estemos haciendo. Por ejemplo, si empezamos a comer un mango y nos gusta su sabor dulce, vamos a liberar Dopamina, con lo que sentiremos placer y nos dará energía para seguir centrando nuestra atención en la ingesta del mango hasta que nos saciemos.

Las personas con TDAH pueden ser persistentes en actividades muy estimulantes, pero fracasaran con tareas cotidianas poco estimulantes.

La activación de la Dopamina en las personas con TDAH es algo distinta a las que no tienen TDAH. Las personas sanas activan la Dopamina de forma progresiva y proporcional a la intensidad del estímulo; mientras que, las personas con TDAH necesitan un estímulo muy potente para lograr una activación de Dopamina que les resulte lo suficientemente gratificamente como para continuar con esa tarea. Por otra parte, en las personas con TDAH, estímulos débiles y medios producirán una activación inferior a las personas sanas y seguramente insuficiente para producir gratificación y deseo de continuar con ella. Por lo tanto, las personas con TDAH no tendrán problemas para persistir su actividad en tareas muy estimulantes, pero se verán fracasar con tareas cotidianas poco estimulantes. Estas experiencias les llevarán a buscar nuevas sensaciones y actividades arriesgadas con gratificaciones inmediatas porque no son capaces de persistir en actividades poco estimulantes pero beneficiosas a largo plazo. Dicho de otra manera, buscan la recompensa inmediata sin ser capaces de darse cuenta que a veces es mejor demorar la recompensa para reducir riesgos. Esta forma de funcionar en la vida puede conllevar muchos problemas, tanto personales, como sociales, familiares, académicos, laborales y de salud.

 

Neuroanatomía del TDAH

Las regiones cerebrales implicadas en la generación de los principales síntomas del TDAH son: corteza cingulada anterior, corteza prefrontal dorsolateral, corteza prefrontal motora y corteza orbito-frontal. El ineficiente procesamiento de la información en estas cuatro regiones cerebrales puede provocar los síntomas del TDAH, así como otros trastornos mentales.

En el TDAH, las alteraciones neuroanatómicas se encuentran en la corteza prefrontal.
 
Neurobiología del TDAH explicada por un psiquiatra.
 
 

Corteza cingulada anterior

Así, el mal funcionamiento de la corteza cingulada anterior da lugar a los síntomas de atención selectiva. El déficit en atención selectiva se materializa en que la persona presta menos atención al detalle, comete errores por descuidos, da la sensación de que no escucha, se distrae con facilidad y pierde cosas.

 

Corteza prefrontal dorsolateral

Por otra parte, el mal funcionamiento de la corteza prefrontal dorsolateral provoca síntomas de atención sostenida. Lo cual lleva a problemas de organización, constancia en las tareas, resolución de problemas y de atención mantenida en una tarea.

 

Corteza prefrontal motora

El mal funcionamiento en la corteza prefrontal motora y motora complementaria pueden producir la hiperactividad. La hiperactividad en los niños es más acusada que en los adultos. Un niño con hiperactividad está en actividad continua (corre de un sitio para otro, se mueve nerviosamente, trepa por cualquier obstáculo, se levanta de su asiento, etc.) y suele tener dificultades para jugar solo. Mientras que en los adultos, la hiperactividad se puede observar como una sensación de inquietud interna y dificultades para permanecer sentado largo rato (leyendo, estudiando, en reuniones, en salas de espera, etc.).

 

Corteza órbito-frontal

Por último, el mal funcionamiento de la corteza orbito-frontal puede estar relacionada con la impulsividad. Una persona  adulta impulsiva es alguien que habla en exceso, que no respeta el turno de palabra interrumpiendo a los demás y que no tiene paciencia en las esperas. Las cuatro áreas cerebrales mencionadas forman el llamado circuito córtex-estriado-tálamo-córtex.